jueves

Domingos sin depresión

Mi golpe temeroso y desafinado hizo eco en el portón. Al instante se abrió la puerta: salió Maia, movió su cola con complicidad -casi haciendo un guiño- para luego escaparse y dar un paseo necesario; mientras su dueño y yo nos reencontrábamos después de una semana no muy fácil.
Suavidades mediante, era indiscutido el brindis que nos llevaría a la relajación total. Como casi un ritual ingresamos a la caja negra feliz.
Y para cambiar cualquier mito urbano, precisamente no nos deprimimos, a pesar de ser domingo a la noche.
El intento -fallido- de enseñarme a tocar la batería se ahogó en un sedoso vino, y nos hizo reir un rato. Hace falta aclarar que casi me derrito de ternura?
Minutos después se podría decir que, literalmente, casi nos incendiamos: el aroma a fuego había llegado en primera instancia de manos de una pequeña e inocente velita.
Segundos más tarde, e inconvenientes de lado, seríamos nosotros los generadores de otro fuego pero con otro sabor.
Era extraño. La música acompañaba y no era una balada más en medio de dos. Contrariamente a lo que escuchábamos, ninguno de los dos tenía -ni tiene Demasiada presión.
El frío hizo lo propio y la pesadez del cuerpo comenzaba a atraparnos; he ahí la parte más dificil: quién quiere dejar de estar acurrucado con esa persona tan especial que nos acompaña?
Pero había que enfrentar la situación de cualquier manera, no había alternativa, era domingo a la noche y la presión del lunes empezaba a recordarnos que éramos personas comunes, al igual que aquellos que prefieren deprimirse los domingos.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

hola pase por aqui no me tengan miedo.www.microman.blogspot.com

6:33 p. m.  

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